DIBUJAVIER: Las líneas de la vida, por Javier Alamán Sánchez
¿Puede una línea transmitir emociones? ¿Podemos oír
cómo suena una línea? ¿Podemos reconocernos por la manera de dibujar una línea?
Lo más interesante de encontrarte un público tan virginal
a la hora de plantear semejantes cuestiones, es ver la expresión de sus caras
cuando les haces reflexionar, y sobre todo, cuando les haces practicar los
conceptos hablados. Cuando hablo de público, me estoy refiriendo a la etapa de
la ESO que abarca desde los 12
a los 16 años. Es éste un margen de edad, que si uno
como profesor tiene la suerte de hacer el seguimiento creativo de un mismo
alumno y observar su evolución en cada curso, se lleva sorpresas de todo tipo
(no siempre buenas, todo hay que decirlo).
Uno de los temas de inicio en la asignatura de
Plástica consiste en hablar de los elementos de expresión que usamos. Hablamos
del punto, la línea, el plano, la textura, el color y la luz. Trabajamos esa
teoría dada con ejemplos prácticos y procuramos una sensibilización ante estos
elementos base de la asignatura.
La línea es uno de los más potentes. Yo siempre digo a
los chavales, que lo primero que haces cuando quieres plasmar una idea,
ocurrencia o dibujo creativo, es usar la línea. Es la conexión más directa
mente-cuerpo. La mano esboza y garabatea lo que uno quiere expresar. Hay
estudios de la etapa evolutivo-creativa del niño y su necesidad de rayar y
garabatear como primera opción, luego llegan las manchas de color, pero el
placer de dibujar líneas parece antropológico.
Sin ningún ánimo de documentar los estudios y análisis
de la etapa de evolución artística del niño, voy a comentar lo que a mí
personalmente me apetece mostrar en mis clases. Cuando hablamos en clase de la
línea y les digo que dibujen una línea que exprese ira y otra que exprese
suavidad, los chicos no asocian emoción a un elemento tan abstracto. Si les
digo que la modulen y consigan sugerir sensación de volumen, pues aún menos.
Cuando tienen que dibujar líneas rectas y líneas curvas, veo más o menos
comodidad, según la habilidad y confianza en sí mismos. En este caso, nos
entrenamos con ejemplos como los que se ven en estas láminas.
Celia Soriano 1º ESO
Estefanía Ors 3º ESO
María Peiró 3º ESO
Lo cierto es que ya se ve placer en dibujar líneas de
precisión (con regla o compás) y otras a mano alzada. Los chicos, de manera
intuitiva, se enfrentan a un espacio vacío y lo llenan solo con líneas,
haciendo su composición. Algunos se paran con unas pocas líneas dibujadas,
otros dedican tiempo a llenar el espacio y les gusta que esté repleto. En esos
momentos uno sugiere que hagan que las líneas no sean iguales en su recorrido y
que modulen su grosor.
Cheyén Puente 1º ESO
Cogiendo un mismo ejemplo (como una foto de una tetera
o una flor), les digo que prueben distintos materiales. Desde el bolígrafo, una
cera, la sanguina, a un rotulador de punta muy gorda. Poco a poco, la
sensibilización va calando.
Francisco Llop 3ºESO
Cuando se han abarcado esos conceptos, es cuando se
les remarca que el placer del hacedor experimentado es una ventaja para
apreciar otros trabajos de índole similar. Si uno es fotógrafo y ha revelado
foto analógica en un laboratorio, y conoce los rudimentos y programas de la
foto digital, sin duda en una exposición de fotografía, tendrá el ojo más
educado para apreciar más matices. Pues con la línea pasa lo mismo. Les cuento
a mis alumnos que cuando comento con mis padres un dibujo excepcional que pueda
ver en un catálogo, exposición o un cómic, el tema de la línea, me da para
sacar unos matices que mis padres no se plantean. Y ahí les pongo ejemplos que
personalmente me encantan y que aquí comento brevemente.
Para empezar observemos el mundo del cómic, del que en
breve escribiré un artículo con interesantes resultados aplicados en la etapa
de secundaria:
“Blankets” Graig Thompson
He aquí un claro ejemplo de sensibilidad a la hora de
hacer que en un dibujo se maticen texturas tan solo con trabajar la línea. El
abrigo, la cara y manos de la protagonista no obedecen al mismo tratamiento.
Disfrutar de la línea rasposa y seca del abrigo, hecha con pincel, y de la delicadeza
del rostro y manos de la chica, hecho con plumilla, hace que la vista se
regodee con el mimo y la frescura que el artista pone en cada viñeta.
Esto me da pie a comentar la importancia de dotar de
carácter a la línea en los dibujos que los alumnos me presentan. Muchas veces
usan el mismo material para todo y se pierden matizar cosas jugando a combinar
un rotulador de punta gorda, con un bolígrafo o con un pincel fino bien usado.
Todo para que el resultado no caiga en algo monótono con el contorno.
He aquí otro buen ejemplo en el genial trabajo de
Frederik Peeters:
“Píldoras azules” Frederik Peeters
“Liberty Meadows” Frank Cho
Con el joven y talentoso dibujante de tiras cómicas
Frank Cho uno se queda maravillado de que con un estilógrafo y una línea
ligeramente modulada uno pueda intuir tan bien el volumen de sus personajes, su
anatomía.
Lo mismo que con la inteligente y elegantísima línea
del siempre genial Vittorio Giardino.
En estos bocetos, Andrè Juillard nos demuestra lo que
puede dar de sí un lápiz. Un claro ejemplo de búsqueda del gesto, de análisis
de la forma, de lo complejo que puede resultar definir una viñeta con un
personaje. Recorrer las distintas variaciones y ver su maestría con la línea
amplía, aun más, el placer de saber cual escogió al final.
Si hubiese que hablar del “carácter” de la línea,
podríamos decir que la línea rasposa y luminosa de Thomas Ott contribuye al
ambiente siniestro de sus composiciones. Y la nerviosa y energética de
Giacometti, nos introduce en su búsqueda a contraluz, en su inconformismo y en
su gran personalidad.
“Hellville” Thomas Ott
Giacometti
Los dibujos y grabados de Grosz y Rembrandt, su línea
es inteligencia, sensibilidad, dominio de la técnica. Rembrandt esboza cuatro
trazos y ya transmite fuerza en un bosquejo lleno de personalidad.
Personalmente, pienso que más potentes que la obra final.
Grosz atiende a los detalles, matiza la intensidad de
la línea, destaca planos, insinúa volúmenes, muestra la sociedad en un recorte
de personajes con un perfil grotesco y seboso, o frágil y patético.
Rembrandt
George Grosz
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