CREERÉ: Capítulo IV, por Ángeles Sánchez


Salgo de la habitación dejando atrás el falso reflejo de diosa de fuego.
-¡Vaya! No esperaba... das miedo... – Es cierto lo que dice, puedo verlo en su cara.
-Tú elegiste el color de pelo – le digo, - yo sólo lo he combinado un poco con un buen disfraz.
-Estás, no sé... despampanante – su rostro se vuelve gélido al decirlo. – Pero no sé, me va a costar asimilar que ésta eres tú. Me gustaba tu pelo castaño.
-Gracias, supongo. - respondo un tanto deprimida.
No entiendo por qué me siento así, sabiendo que hace menos de un mes que su mujer murió, que yo la maté. Él jamás volverá a verme atractiva.
-Bueno ¿Ahora qué? - pregunto.
-Ahora esperaremos.
-¿A qué?
Mientras esperamos a que caiga la noche Javi me intenta poner al día de todo lo que me ha estado ocultando.
El cuerpo de Jara fue encontrado por los perros segundos después de que yo le matara, uno de ellos me vio arrastrándome pero no sé por qué no me mató o persiguió. Simplemente, en ese momento, me ignoraron.
Como es lógico, el cuerpo de Kiko nunca fue encontrado por los revolucionarios. Javi y yo fuimos los últimos que lo vieron, por lo que al desaparecer me convertí en la sospechosa número uno.
Soy el enemigo de ambos bandos, opresores y oprimidos. Los buenos y los malos tal y como Jara dijo.  Durante mucho tiempo pensé que sólo tenía que esconderme de los perros pero ahora resulta que todos quieren verme muerta.
En las oficinas donde trabaja Javi hay miles y miles de fotos con mi cara, me han estado buscando sin cesar y durante todo este tiempo he estado en casa de uno de ellos. Javi me ha estado escondiendo de todo el mundo y me ha estado ocultando la verdad: que él mismo se estaba poniendo en un serio aprieto al mantenerme sana y salva.
El caso es que no hay dos bandos, si no tres. Los perros, los gatos, es decir los revolucionarios, y el resto (a quienes decido apodar las ratas).
Las ratas son aquellos que no creen que hayan buenos y malos, son aquellos quienes han luchado en la sombra durante mucho tiempo para mantenerse informados de todas las nuevas estrategias y estratagemas de los demás. No confían en nadie y están totalmente preparados para luchar contra ambos flancos. La mayoría de sus integrantes han estado infiltrados entre perros y gatos. Y lo que más me alucina, todos ellos me ven como algún tipo de heroína a la que hay que proteger. Tienen un líder apodado D. Javi me dice que esté tranquila que no es nadie con ninguna personalidad múltiple dispuesto a dividir al país en tres partes siendo él omnipresente en todas ellas.
Los perros también tienen un nuevo líder, tan invisible que nadie por muy bien infiltrado que haya estado sabe quién es. Los gatos apoyan a Narcy, el tipo que intentó ligar conmigo en la fábrica abandonada la primera noche. Y lo más extraño de todo es que ni unos ni otros sospechan que Kiko y Jara fueron la misma persona. Sólo las ratas lo saben.
En el grupo de Javi están Ana y Rafa, Cris también lo estaba. Ella era una de las infiltradas entre los perros, aunque al final resultó ser al contrario.
Es todo tan complejo que me resulta casi imposible que nadie se halla dado cuenta de nada, que nadie sospeche que en esta guerra callejera hay un bando de más. Supongo que o están haciendo muy bien su trabajo o lo están haciendo tan rematadamente mal que de un momento a otro alguien vendrá a buscarme para meterme un tiro en la cabeza.
En ese momento alguien golpea el picaporte de la puerta y todo mi cuerpo se sacude de terror.
-Pensaba que sólo te daba miedo el telefonillo – bromea.
Mientras va hacia la puerta me hace una señal para que me esconda. Y yo no sé que pensar. Me retiro a la cocina, desde las sombras puedo ver todo el comedor sin ser vista. Javi mira durante un instante en mi dirección y luego abre la puerta decidido. El hombre que aparece es enorme, de piel oscura e intensos ojos negros. Me doy cuenta de que Javi no le ha invitado a pasar, pero tampoco le pone objeción cuando se abre paso.
Su voz me sorprende. Es una voz grabe y alta, con un tono de certeza y seguridad. Sólo por su voz sé que podría confiar en este hombre.
-¿Sabías que pasaría hoy? - Pregunta nuestro reciente invitado.
-Para nada, pensaba que sería de aquí unos meses... - veo como el pánico cruza sus ojos durante un instante. - No sé que pensar Noir, creo que los de arriba sí que lo sabían y si no lo dijeron es por que desconfiaban.
-Los perros tampoco lo imaginaban, ha sido divertido cuando todos han empezado a despotricar corriendo de un lado para otro, al final han pensado que Robert, su polizón en el gobierno, era falso. Creo que lo único reconocible que han dejado de él han sido un par de uñas.
Como no, he vuelto a fallar en mi voto de confianza, si a este hombre le parece divertido que hayan matado a alguien, no es digno de confianza.
-¿Tienes novedades desde arriba?
-Sí, aunque no sé si te van a gustar.
En ese momento me doy cuenta de que Noir está mirando en mi dirección. En fin, si sabe que estoy aquí ¿Qué sentido tiene ocultarse? Salgo de mi escondite con paso lento, intentando no mirarle a los ojos. Son tan intimidantes que creo que si los miro fijamente me convertiré en piedra o algo por el estilo.
-Hola – consigo decir.
Noir parece estar decidiendo si merezco su saludo o no. Al final decide que no porque continua hablando como si yo no hubiese aparecido. Miro a Javi temerosa de habernos metido en un lío, pero el me niega con la cabeza.
-D la quiere con él.
-Y eso ¿Por qué no me tiene que gustar?- Inquiere Javi sin entender.
-Porque tú no vienes. Quiere que vuelvas al gobierno y que apacigües el ambiente con los gatos.
-¿Qué quieres decir?
-Tienes que contarles todo lo que ocurrió la noche que ella mato a Kiko, ellos tienen que saber que eran la misma persona y que ella sólo puso fin a un gran timo. Rafa irá contigo, él te ayudará.
-¡NI DE COÑA! - Soy yo la que está gritando, lo sé por que la voz sale de mi boca, no por que yo haya decidido hablar. - No vas a ir allí. Si ellos desconfían como dices, lo único que vas a conseguir es que te maten. Creerán que eras mí cómplice desde el principio, que acordamos matar a Kiko, que desde entonces me has estado escondiendo y ayudando. ¡No puedes ir!
-No seas idiota, él no lo hará de la noche a la mañana. Todo objetivo toma su tiempo, pero hasta que esté aclarado tú tendrás que marcharte de su lado, ya que como bien dices, en el momento en que la sospecha sea mayor vendrán aquí y te buscarán. Si te encuentran, entonces si que estaréis muertos. Ambos.
-No, no quiero separarme de Javi. No puedo, le he dejado tantas veces de lado que ahora no puedo ni imaginarme la alternativa.
-Angy, ven... - Javi me hace un leve gesto para que le siga.
Dejamos el comedor y vamos hacia mi habitación. Él me coge fuerte de los hombros y me mira fijamente a los ojos durante unos segundos, después reposa su frente sobre la mía y toma varias respiraciones antes de hablar.
-Vas a estar bien, te lo prometo.
-No, no lo voy a estar. ¿Cómo puedo estar bien pensando en que puedes morir en cualquier momento?
-Saldrá bien.
-Eso no puedes saberlo. Y aun en el caso de que salga bien ¿Cuánto durará? Por favor... no lo hagas. No por mí.
-Escúchame, quiero que sepas que... que... - una fina lágrima se desliza por su mejilla. -  quiero que sepas que nunca jamás he sentido nada por nadie tal y como lo siento por ti, ni si quiera por Cris. Sé que no es justo que te diga esto ahora, sé que jamás me querrás como quisiste a Mario, pero si me quieres un poco, o si alguna vez me has querido, por favor, déjame hacer lo que tengo que hacer.
-Javi...
Quiero decir algo, quiero decirle que no quiero que se vaya, que no se aleje de mí, quiero abrazarle y hacerle sentir todo lo que siento por que las palabras no me salen. Al final me rompo y no consigo decir nada. Él me abraza y me da un beso en la frente. Después de un leve silencio me coge de la mano y me arrastra hacia el comedor dónde Noir nos espera.
Cuando salgo de la casa, flanqueada por el gorila de metro noventa, miro atrás y veo como Javi, que espera a que nuestras figuras desaparezcan, se va haciendo más y más pequeño según avanzamos. Al final desaparece convirtiéndose en una sombra más. Consigo mantener el impulso de salir corriendo hacia atrás y es entonces cuando me juro a mi misma que jamás volveré a dejarle atrás, que nunca más le abandonaré, sean cuales sean las causas.
Siento un dolor en el pecho que me oprime al darme cuenta de que existe la posibilidad de no volver a ver a Javi y sé de una forma absoluta que he dejado partir mi pena por Mario, me angustia pensar que le estoy traicionando pero el sentimiento por Javi es innegable.
Caminamos en silencio por la ciudad durante un buen rato hasta que llegamos a una antigua y abandonada estación de tren. Después continuamos por las vías sin descanso, hace mucho que no hago ejercicio así que al cabo de un rato tengo que pedirle a mi guardaespaldas que paremos. Me siento durante un instante, lo justo para tomar aire, cuando Noir me dice que debemos seguir adelante. No me había dado cuenta hasta ahora de que lleva calzado de montaña y ropa de deporte. ¿Habrá hecho el viaje de ida también andando? Dudo mucho que ningún animal terrestre conocido sea capaz de soportar tremenda mole de músculos.


Seguimos y seguimos andando, nos cruzamos con varios grupos de personas que al parecer también huyen de la ciudad. Y eso me recuerda algo.
-Mmm... ¿Dónde estamos o estábamos?
-En Nueva Ville y ahora volvemos al Gran Núcleo.
-¡Oh claro! el único lugar en el planeta dónde estoy segura de que nadie podría reconocerme.
-El único dónde no sospecharán que estás.
La caminata se prolonga hasta bien entrada la noche. En la vida había andado tanto. Noir busca un escondrijo entre los matorrales de un gran bosque de coníferas, ahí me ordena que duerma un rato mientras él monta guardia y no pongo objeciones. Al cabo de un par de horas me despierta y pide que sigamos adelante.
Una pregunta sin sentido me ha estado rondando en mis sueños. Así que me atrevo a preguntar a sabiendas de que la sociabilidad de mi compañero de viaje es tan volátil como mi estabilidad mental.
-Noir, ¿Estábamos en Francia?
-Definitivamente no, ¿Por qué lo piensas?
-Bueno, sin ofender, pero Noir es negro en francés y Ville es Villa.
-Vaya, pareces muy perspicaz. Ni tan si quiera sabía el significado de Noir. No es mi nombre de verdad.
-Oh, yo no... - Espero que no haya firmado la sentencia de muerte de nadie por mi aclaración.
-No te preocupes blanca. ¿Te parece mal que te llame así?
-Eh... no.
-Entonces a mi tampoco me parece mal mi apodo.
Al cabo de una hora aproximadamente vislumbro a lo lejos los altos edificios grises, la gran capa de contaminación que hasta ayer era producida por los vehículos y las fábricas en funcionamiento. Hemos llegado al Gran Núcleo.
Todos los recuerdos en este sitio son malos, muy malos. Mario, Jara, Kiko, la fábrica, Javi... Pienso en Javi y se me encoge el estómago. ¿No debería haber venido hasta aquí con nosotros y después haber buscado a la gente del gobierno? Está claro que no, si nos descubriesen estaríamos muertos al instante. Pero de algún modo me reconforta saber que vendrá aquí, que posiblemente esté pisando los mismos lugares que yo he pisado en mi larga noche.
La ciudad ha cambiado desde mi última estancia, ha sido rodeada con un muro enorme de unos veinte metros de alto y a saber cuántos de ancho Lo rodeamos durante un buen rato hasta que encontramos una entrada pequeña dónde dos hombres montan filas. Noir me explica que sólo es la puerta de emergencia.
Al llegar a los hombres Noir me pide que me quede atrás, empieza a hablar con ellos y al final le asesta un codazo a uno en la cara que le hunde la nariz hasta el cerebro y un puñetazo al otro que hace que su cabeza se empotre y rebote contra la gruesa pared. Sin duda los ha matado. Veo que rebusca entre los bolsillos de uno hasta que encuentra un juego de llaves. Cuando consigue acertar la llave de la pequeña puerta me hace señales para que avance.
Las calles del extrarradio siguen tal y como las recordaba. Grandes y luminosas. Llenas de mansiones en su mayoría con todas las puertas y ventanas cerradas. Supongo que sus dueños estarán lo suficientemente asustados como para preferir quedarse dentro y no llamar la atención de nadie. Avanzamos un poco, y al fin nos paramos delante de la casa más grande que he visto jamás. La puerta de hierro que comunica con el jardín mide tres veces la distancia que tenía mi antigua casa en el puerto. Parece infranqueable. Miro a ambos lados. ¿Cómo va a avisar Noir de que estamos aquí? Entonces saca una llave y pienso que soy más estúpida de lo que creía.
En el terreno de la casa cabrían perfectamente dos campos de fútbol y puede que hasta un par de canchas de baloncesto. Es inmenso. Pero no hay nada, sólo árboles y más árboles. Hasta que por fin un detalle llama mi atención. Es una fuente pequeña, de unos tres metros de largo, con tres caños de hierro oxidado por los que sale agua a borbotones. La reconozco casi al instante. Es la fuente que mis antepasados instalaron en mi viejo pueblo para poder abastecer de agua a sus vecinos. ¿Qué está haciendo aquí?
Al entrar en la casa todo me parece extraño. Creo reconocer algunos de los muebles, eran los que estaban en mi casa, también los de mi casa de verano. Hay otros que no reconozco. Las paredes están pintadas del mismo color. Por un momento tengo la sensación de viajar al pasado y de volver a sentir el calor de mi hogar. ¿Qué clase de loco haría esto sólo para que yo me sintiese bien?
Y entonces, por las escaleras principales, aparece la última persona a quien esperaba encontrarme: mi hermano David.


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