ESCRITOS DE MI MEMORIA: Las cartas que nunca escribí, por Carmen Tomás Asensio.
Tengo
necesidad de que se me escuche. Sólo eso.
Abriré
ríos, construiré puentes para comunicarnos; pero ¿cómo?
¿Qué haré
que no sea sólo para mi satisfacción?
Tengo la
sensación de haber fracasado en mi labor educativa, pero como todos habéis sido
luchadores con esfuerzo, me llena de orgullo lo que habéis conseguido. Aunque
parece que yo no he participado.
Pero en
el origen de todo estábamos papá y yo como pareja enamorada, que siempre
recibió a los hijos con cariño y procuró formarlos lo mejor que supimos.
Educados con buena voluntad y cariño. ¿Bien, mal? Los que tienen hijos saben lo
difícil que resulta acertar.
Me
conformaría, después del orgullo que siento por su trayectoria personal, con
que se sintieran cerca unos de otros. Que se quisieran y se aceptaran, con sus
valores y sus fallos.
Que se
sintieran generosos entre los hermanos y no me refiero a la economía. La
comprensión, la comunicación, la tolerancia, sin miedos y con naturalidad.
Lo digo
con la experiencia que me da mi propia actuación. Necesito de los demás,
especialmente de mis hijos y por no preocupar, por no entrometerme en sus
vidas, en sus familias, muchas veces me quedo con mi soledad y mi impotencia; a
sabiendas de que no me fallarían.
Me quedo
casi siempre en el umbral de la confianza, que no del cariño. Seguro que la
respuesta sería positiva… pero veo cómo se comportan entre sí, a nivel de
reconciliación, cuánto les cuesta y me derrumbo.
¿Cómo
podría solucionarlo si yo misma soy incapaz de enfrentarme con la realidad de
mi entorno?
Parece
que he aprendido poco de la vida, a través del tiempo y las experiencias.
Cuando
recuerdo a mi marido. Cuando las ilusiones y los proyectos de la crianza de los
chicos se terminaron y nos quedamos a un lado del camino, siendo sólo una
referencia, decía:
-Ya no
hago falta. Estoy vacío. Tengo frío interior…
A mí me
ha costado más tiempo el perder mi ánimo, pero estoy llegando incluso a tomar
las mismas palabras, ideas, gestos, del que fue mi único amor y apoyo durante
cuarenta y nueve años.
Esto me preocupa
porque yo quiero valorar todo lo positivo, que sé que es mucho más amplio que
nuestros fallos. Aún lo consigo, pero cada vez me cuesta más esfuerzo.
Por eso
creo que necesito el apoyo de mis hijos.
###
¿Por qué me quejo? Pocas personas han tenido
tanta felicidad antes y tantas oportunidades ahora.
Supongo que el no sentirse satisfecha es
propio de la condición humana.
¡Qué desperdicio de energía!
Con la de cosas que aún me quedan por hacer.
Comentarios
Publicar un comentario